El tesoro culinario más preciado de mi vecino sonorense cabe en un pequeño frasco: son diminutos chiltepines secos, colorados y circulares. Hace un par de meses preparó un caldo de res y al momento de servirlo colocó un pequeño plato con este chile seco. Antes de comenzar el festín nos explicó que hay tomarlo y aplastarlo con los dedos, después espolvorearlo en el plato. Cada vez que va a su tierra natal, se asegura de traer una dotación porque sabe que el chiltepín de otras regiones no tiene el mismo sabor. Debido a su gran valor en Sonora lo conocen como “oro rojo” por su costo —llega a costar hasta 1,200 pesos el kilo— y por la importancia que tiene en su cultura. En el norte es común encontrar este pequeño chile rojo y redondo en todas las mesas. Puede ir acompañando tanto unos huevos con machaca como de un muy buen corte. Es un básico de la región.
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